lunes, 19 de septiembre de 2011

Ausencia de Cocina- Capitulo 1

Las luces estaban a medio fluir, las velas encendidas, los platos listos para la bacanal y la mesa llena de ensaladas, guisos, postres, vinos y lo necesario para disfrutar de una noche llena de amor. Ella de solo ver la mesa estaba al borde del éxtasis. La boda había sido un éxito total. El escribidor que les redacto los votos matrimoniales había estado excelente, el padre comento abiertamente lo que significaba la primer cena hecha al marido y la importancia de este rito para instaurar una buena familia que se pudiera adaptar a la sociedad aun y cuando los hijos proviniesen de cualquier parte del mundo; el éxito en el matrimonio era, es y será la química que tengan los padres al comer, la habilidad de la madre en sus artes culinarias y que el hombre sepa como cocinar un buen plato cuando su señora lo requiera.  La novia se fue a la nueva casa, ya estaba todo preparado para que empezase a cocinar, saco los recetarios de cocina prohibidos, regalados por las primas y las amigas más atrevidas y de la cocina hiso lo que quiso. Su vida preparada para el acto apunto de consumarse. Su noche de bodas.

El, nervioso y con la experiencia única de haber probado huevos revueltos en salsa verde y tamales de puerco, clásico de las putas del barrio Nápoles; no tenia idea de lo que le esperaba. Le habían comentado de platillos inimaginables, sabores espectaculares y una intimidad que se gozaba de una manera demasiado profunda. Se fue con sus mejores amigos de juerga por los parques y avenidas. Se tomaron un par de cervezas, las suficientes como para no perder la compostura  y poder disfrutar con su paladar el acto del amor. Un cigarro, un tic nervioso en la pierna: por primera vez en su vida iba a hacer el amor. Su noche de bodas. Cuando la hora acordada se acercaba, el se despidió de sus compañeros de vida. Prendió el carro y avanzo lentamente por el camino que guiaba a su nueva casa. Iba lento, pensante, el corazón le daba vueltas y la sangre le subía, se le salía, daba vueltas y se alejaba del corazón para quitarle un poco de respiración. Su esposa le iba a hacer el amor.

Apago el carro, se puso su loción favorita, se bajo y cerro la puerta. Pasos lentos. Timbro, salió ella con un delantal de los mil colores y olores.  Lo recibió con una sonrisa y el ya sea por instinto o necesidad, la beso, sintió pena: no era momento para dejarse llevar por sus necesidades fisiológicas.
Las luces estaban a medio fluir, las velas encendidas, los platos listos para la bacanal y la mesa llena de ensaladas, guisos, postres, vinos y lo necesario para disfrutar de una noche llena de amor. De solo entrar el éxtasis le pinto la piel de ternura y amor.  El amor llego con el olor y siguió con el sabor de unos canapés de camarón con aguacates. Las salsas, los dips, aquellos condimentos que solamente las mujeres saben encontrar en estos tiempos actuales; todo era perfecto.
Siguió la cena pero detallarla seria entrar en la intimidad de los recién casados. Ella le hizo de cenar e inicio su matrimonio. Una historia feliz sin contratiempos. 

1 comentario:

  1. Iba bien hasta "necesidades fisiológicas", donde perdiste el buen gusto y comprensión del hombre, pero se repuso a partir de "las luces"

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