Cuando el hombre emprende, probablemente no vea todos los riesgos y situaciones que se avecinan. Es peligroso mas no mortal. Cualquiera puede levantarse de un error y alcanzar un exito medianamente satisfactorio, digo, en nuestros tiempos hasta morir puede ser considerado como un exito.
Lo que me preocupa es cuando quien se decide a emprender una tarea no es el hombre sino el alma. Que dolor. Que alegria. Que emocion.
Es como una fiesta interminable, zarpar en barco sin adentrarse en el mar seria lo mas hermoso y sufrible que un pirata cualquiera pudiese experimentar. El estar a punto de andar, emocion, excitacion ; el nunca partir, desesperanza, ansiedad. No se sale uno de esos sentimientos cuando el alma quiere emprender pero no se atreve. En cambio cuando se decide: es una fiesta interminable.
¿Que porque es una fiesta interminable? Porque los sentimientos y las sensaciones no dejan de moverse: salvar o morir. Triunfar o aceptar la derrota. No hay dobles oportunidades. Es como un videojuego de largas horas en el cual solamente tienes una vida y no puedes guardar la partida ni apagar la consola. Para que me entiendan: es como la vida.
La mayoria de quienes respiramos y destruimos el planeta (jaja, sarcasmo, sabemos que me refiero a la humanidad en general) existimos: algunos contentos, otros hedonistas, unos cuantos tristes, como sea, solo existimos. En cambio, hay un pequeño y buen numero de personas que estoy seguro de que viven. No solo respiran, comen, secretan, cojen, hablan, escuchan, etcetera, etcetera, etcetera. Viven.
Eso es emprender el alma. Hacer algo nuevo con nuestros minutos, nuestras horas, nuestros dilemas, nuestros cuerpos. Dejar que el barco salga a la mar, y si nos morimos...¡que chingue su madre! sea de amor, un ataque al corazon, sifilis, leucemia, tristeza, suicidio.
A emprender el alma! Que viva el alma!
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