Veras, ahora los años ya han pasado, ya no somos dos
jovencitos con las cabezotas llenas de confusiones, ambiciones, tentaciones,
canciones, etc-ciones.
Ahora te veo aquí sentada, en el tan inmortal Sanborns donde
me tome mi primer café aventurero en la búsqueda, de manera seria y decidida,
de tu amor.
Veras, estoy muy sorprendido, ya tienes marido, dos hijos,
una niña, que de seguro será hermosa, en camino. Dejaste el periodismo por tu
familia y eres aficionada a la jardinería.
Dejaste la pintura por las flores, te hastiaste de preparar
los cimientos de tus ilusiones y tus sueños los cambiaste por el fresco olor
que expira vida. La vida necesaria para no pensar en todo eso que se fue.
Ahora yo ya no ambiciono tanto como lo llegue a considerar
después de nuestro rompimiento. Ante la falta de lo que más amaba necesitaba
satisfacer mis necesidades y solo el control total de la república alcanzaba a
cubrir ese vacío.
Veras, poco después encontré a esta mujer tan increíble y simpática,
y pues me case. Me case por las de la ley y en contra de mis voluntades de
juventud, que no mal interpretes; la juventud hace muchos años que deje atrás.
Ahora me dedico a atender un par de bares de adolescencias y
a tomar cerveza con limón, a escribir para un periódico local y a enterrar mis
últimas ilusiones.
Deje los poemas por canciones, me podrí en el
existencialismo del nosotros, de lo no finalizado, caí en la trampa del amor,
ahora bailo para pensar menos y sonreír mas.
Así crecimos, así nos toco, fue un gusto tomarme este café
contigo, hoy que se que lo que somos sin el otro no es en lo que basábamos
nuestra felicidad al mirar hacia adelante, hoy mirando hacia atrás.
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